jueves, 11 de octubre de 2012

"SER YO ES UN ASCO"



Título: Ser yo es un asco

Autor: Kimberly Pauley

Editorial: Versátil

Sinopsis: 1. Mis padres son unos bichos raros. Sí, ya lo sé, todos los adolescentes decimos lo mismo, pero yo tengo motivos. Mis padres son unos bichos raros chupasangres: ¡son vampiros! 2. Como si ir al instituto no fuera ya suficientemente malo, ahora encima tengo que asistir a clases de vampiros con un grupo de tíos raros que quieren beber sangre 3. Y, además, soy incapaz de terminar una frase cuando estoy en presencia de algún chico guapo (p.ej. Nathan, quien probablemente crea que sufro algún tipo de trastorno del habla). 4. Y no puedo contarle nada de esto a mi mejor amiga, Serena. 5. ¡Pero lo peor de todo es que ahora absolutamente Todo el Mundo va a enterarse de lo que ocurrió cuando mis padres me obligaron a decidir si quería convertirme en vampiro o no! Por favor, no leáis este libro. ¡Qué vergüenza!


CAPÍTULO 1
Mito: Los vampiros no existen.
Realidad: Completamente falso.

Mis padres están tratando de arruinarme la vida. Oh, sí, sé 
que todos los adolescentes dicen eso, pero yo lo digo en serio. Quieren que esté muerta. O, mejor dicho, no-muerta.
Mis padres son vampiros. Algunas personas podrían 
creer que se trata de algo glamouroso, pero no estoy hablando de esos chupadores de sangre convertidos en algo 
romántico, como en las novelas en las que todo el mundo 
va por ahí vestido con camisas blancas de volantes y recitando poesía. No sé de dónde saca la gente cosas como esa. 
Nada podría estar más alejado de la realidad. Mi padre no 
podría recitar una nana aunque le pagaran. Le gusta ver el 
fútbol y la CNN. No sabría (ni le importaría) quién es Stephenie Meyer, ni aunque esta apareciera y le mordiera.
Por lo que a mí respecta, ser un vampiro es bastante 
aburrido. Mis padres tienen trabajos normales y tienen 
que pagar facturas y cosas así. No matan a personas o secuestran a delicadas y jóvenes doncellas para que se conviertan en sus esclavas. (Al menos estoy muy segura de que 
no lo hacen. Creo que lo habría notado si hubiera un pu-
ñado de cadáveres apilados en el sótano.)
Claro, pueden vivir toda la eternidad, pero ser un vampiro tiene un montón de inconvenientes. Como no poder 
volver a ir a la playa sin grandes cantidades de crema solar factor un millón o unas gafas de sol realmente oscuras porque tu piel se puede quemar a gran velocidad y tus 
magníficos ojos no pueden soportar la luz. Y siempre existe la presión de no permitir que los vecinos se enteren de 
nuestro pequeño secreto familiar.
Sin embargo, estoy acostumbrada a todo eso. Creo que 
nunca me había planteado en serio convertirme en vampiro. Hasta esta mañana. Como si no tuviera bastante ya 
con tener que preocuparme por el importante examen de 
química de hoy.
—Mina —dice Mamá—. Tenemos que hablar.
Si te lo estás preguntando, sí, me llamaron así por la 
chica de la novela Drácula de Bram Stoker. ¿Se puede ser 
más cutre? Es decir, ¿hola? Es obvio, ¿no?
—¿Podemos dejarlo para después de las clases? —murmuré mientras comía mi tostada. Cada vez que dice algo 
así sé que va a ser una conversación muy larga.
—No —dice Papá, e incluso deja de leer el periódico.
Oh-oh. Otro indicio de que estoy metida en un lío. Repaso mentalmente todo lo que podría haber hecho mal, 
pero no puedo pensar en nada que haya hecho recientemente, aparte de dejar en el fregadero los platos sucios del 
tentempié de medianoche.
—Hemos de hablar contigo sobre tu futuro —dice Mamá, 
al mismo tiempo que Papá dice:
—Tienes que tomar una decisión muy importante.
No sé qué contestar a eso, así que me limito a observarles. Es decir, ¿qué se puede contestar a eso? ¿Oh, qué 
bien?
Mamá me sonríe, nerviosa, y me da unas palmaditas en 
la mano como solía hacer cuando era pequeña.
—Hemos estado posponiéndolo durante mucho tiempo, 
quizás demasiado, pero ha llegado la hora de que elijas.
—¿El qué?
Papá coge el relevo.
—Si quieres convertirte en vampiro o no.
¿Qué? Casi me atraganto con la tostada.11
—¿Tengo que decidir si quiero ser un vampiro? ¿Por 
qué? —Les estoy mirando de esa forma tan intensa, 
esa que por lo general hace que mi madre acabe por derrumbarse, pero hoy no. Parece un poco triste, pero se limita a asentir.
—Probablemente deberíamos haberte dicho algo antes, 
pero pensamos que podríamos conseguir que ellos retrasaran la fecha límite al menos hasta que acabaras la universidad.
—¿Ellos? ¿Ellos quién? —Mi gramática es horrible, pero 
no me importa. No es momento de preocuparse de algo 
así.
—El Consejo —aclara Papá—. El Consejo de los Vampiros 
de la Región del Noroeste.
Debo de tener cara de no saber de lo que me están hablando, porque Mamá empieza a disculparse de nuevo.
—Lo siento mucho, cariño. Deberíamos haberte contado todas estas cosas. Tan solo queríamos que tuvieras una 
infancia lo más normal posible.
¿Perdón? Ni siquiera soy capaz de enumerar todas las 
cosas que no fueron normales en mi infancia, pero ahora 
no quiero entrar en ello. Esa es la clase de cosas por las que 
vas a terapia durante años, cosa que yo nunca haría. Probablemente cualquier terapeuta te encerraría tan pronto 
como empezaras a contarle que tus padres son vampiros.
—El Consejo ha decretado que debes tomar una decisión.
—¿Qué tiene que ver el Consejo con esto?
—Bueno —dice, incómodo—, tu situación es única. Se 
supone que los no-vampiros no pueden saber nada de nosotros.
—Sí, sí, lo sé, todo esa cosa de la estaca atravesando el 
corazón. Pero yo lo he sabido durante años. ¿Por qué ahora es distinto?
Mamá y Papá se miran y después me miran a mí. Conozco esa mirada. No quieren decirlo. Esta vez los tengo 12
acorralados. ¡Ja! Me dispongo a bajar en picado, dispuesta 
a matar.
—Si quisiera contárselo a alguien, lo habría hecho hace 
años. Además, ¿quién iba a creerme? El Consejo no puede negar eso. —Ahí tienes, Consejo. Sonrío, triunfante, y le 
doy otro mordisco a la tostada.
—No es tan fácil —dice Mamá—. No es el hecho de que 
sepas de nuestra existencia lo que está causando esto. Es 
porque el Consejo no sabía nada de ti.
—¿Y cómo lo descubrieron? Sé que yo no se lo dije. —Teniendo en cuenta que por aquí nadie me cuenta nada.
Intercambiaron otra mirada de culpabilidad y Papá recogió el testigo.
—¿Te acuerdas de aquel tipo que apareció hace aproximadamente un mes para traerme unos papeles?
Lo recordaba. Yo había abierto la puerta. Era un tío rarísimo: calvo, con los ojos rojos y pantalones de pata de 
elefante. Aunque nunca habría pensado que era un vampiro. Solo creí que se trataba de algún bicho raro retro con 
el que Papá trabajaba. Es decir, los contables no dejan de 
ser una especie muy rara. Creo que es por eso de pasarse 
el día mirando números.
—Bueno, pues era del Fisco de los Vampiros. Y nos denunció por tener a alguien no-vampiro en casa y ahora…   
bueno, ahora me temo que vas a tener que decidir si quieres convertirte o no en vampiro.
No puedo creer que permitan que unos estúpidos burócratas vampiros controlen mi vida. Pero aún puedo 
asestar un último golpe antes de rendirme. Les hago sentirse culpables.
—¿Se puede saber por qué me contáis algo así justo antes de ir al instituto? ¿Por qué no podíais esperar un poco 
más?
Mamá le lanza una mirada furibunda a Papá, y éste se 
escuda de nuevo tras el periódico. Ella se lo vuelve a quitar. 
¿A qué no adivináis quién lleva los colmillos en mi familia?13
—Esto…, bueno, alguien podría estar aquí, esto…, de 
visita cuando vuelvas hoy del instituto. Y quizá no querrías mencionar cuánto tiempo hace que sabes que somos 
vampiros… —Vuelve a esconderse tras el periódico.
Por suerte para él, Serena escoge ese momento para hacer sonar el claxon. Cojo mis cosas y me marcho sin darles 
la satisfacción de mirar atrás.
—¡Qué pasa! —me grita Serena mientras me subo a su 
destartalado Volkswagen Beetle. Es mi mejor amiga, a pesar de que utilice frases pasadas de moda constantemente.
—Nada.
Se dirige a la carretera, está a punto de atropellar al estúpido gato de la señora Finch y me mira con el ceño fruncido. Normalmente, eso hace que me parta de risa. Mirad, 
hace unos dos años Serena se metió en el mundo de lo 
gótico y, dejadme que os diga, no hay nada más divertido que cuando alguien que lleva pintalabios negro y esa 
gruesa capa de maquillaje blanco empieza a poner cara de 
payaso. No sé cómo puede tomarse todo eso en serio, pero 
ya he vivido todas sus fases, desde la de bailarina a la de 
pop-rock, así que imagino que también sobreviviré a esta. 
La fase Christina Aguilera (afortunadamente, en su etapa 
pre-fulana) ha sido la peor hasta el momento.
—Mmmmmmmmm, creo que hoy estamos un poco serios. ¿Quieres hablar sobre ello?
Intento sonreírle, pero no me sale muy bien.
—Quizá más tarde, ¿vale?
Soy una mentirosa despreciable, especialmente con 
Serena. Mejor no hablar que decir algo de lo que me arrepentiré después. Hemos sido amigas desde la guardería, 
pero hay algunas cosas de las que no puedo hablar con 
ella. Como lo de que mis padres son vampiros. O el hecho 
de que tengo que decidir si quiero convertirme en uno.
El caso es que conozco la respuesta. No quiero convertirme en uno. Es cierto que cuando tenía diez años o así 14
pasé por una breve etapa en la que sentía fascinación por 
las capas. Fue justo después de que mi madre me enseñara que podía caminar por el techo, así que tenía excusa. 
Quiero decir, ¿acaso eso no mola? Pero si alguna vez pensaba en convertirme en uno, era en un futuro lejano. Ahora tengo toda la vida por delante. Mierda, aún tengo todo 
el último año de instituto por delante.
Serena capta el mensaje y empieza a cantar una canción de Britney realmente antigua a voz en grito. No me 
extraña que las otras chicas góticas del instituto no salgan 
con ella.
Pensaba que me las estaba arreglando bastante bien 
para alejar de mi mente todo sobre la decisión que cambiaría toda mi vida, hasta que llegué a clase de Literatura 
Inglesa.
La señorita Tweeter
*
 (y no, no estoy de cachondeo, es 
su verdadero nombre) va vestida de negro y lleva puesta 
una larga capa roja. No es tan raro como parece. Le gusta 
disfrazarse acorde con la lección para «que nos involucremos más». No sé si en realidad eso hace que nos involucremos más, pero sin duda es más entretenido. Cuando 
hicimos Hamlet, dejó una calavera sobre su mesa todo el 
tiempo y no paraba de hablarle y llamarla Yorick. Es un 
poco rara, pero normalmente me gusta. Hasta hoy.
—Clase —dice con voz profunda y sepulcral—, hoy empezamos una lección nueva sobre… ¡¡¡Drácula!!! —Voltea la 
capa y se mueve rápidamente por la clase como si estuviera loca, mientras todos los chicos que se sientan en la 
parte de atrás se parten de risa. Sencillamente, adoran a 
la señorita Tweeter.
Vaya, de todos los libros que podríamos estudiar, tiene 
que escoger ese. Probablemente se trata de la mayor fuente de desinformación sobre los vampiros que existe. No es 
que lo haya leído. Pero he visto algunas de las películas y 
*  N. de la T.: En argot, palabra que designa la vagina.15
son tan malas que parece que los actores no tienen sangre 
en las venas. El juego de palabras es intencionado.
Me hundo un poco más en mi silla. Serena, que se sienta 
a mi lado, está aplaudiendo como buena chica gótica que es.
La señorita Tweeter se tranquiliza un poco y vuelve a 
ponerse al frente de la clase.
—Drácula fue publicada en 1897 por Bram Stoker. Aunque no fue un best-seller en su tiempo, se hizo muy popular 
en los años veinte y treinta, cuando algunas representaciones del malvado Conde llegaron a las pantallas cinematográficas. Quizá habéis oído hablar de Bela Lugosi.
Recorre el aula con la mirada mientras algunos de nosotros asentimos. Mi demente tío Mortie se disfraza de 
Lugosi cada año por Halloween. Podríais pensar que el 
Consejo está por encima de todo eso, pero no-o-o-o.
—Muchos creen que el personaje de Drácula está basado en Vlad el Empalador.—Tim Mathis, en la segunda fila, 
empieza a convulsionarse en su silla y a emitir sonidos 
agónicos, pero la señorita Tweeter se limita a continuar 
como si no ocurriera nada—. Pero hay pocas posibilidades de que el señor Stoker investigara o supiera algo sobre 
él. De hecho, el nombre original del personaje iba a ser 
Conde Vampyr. —La señorita Tweeter le da a Tim un puñado de hojas y le indica que las reparta por la clase mientras 
ella sigue hablando. Es el precio que tiene que pagar por 
actuar como un idiota.
—Bien, estoy segura de que todos vosotros habéis oído 
hablar de los vampiros y tenéis ideas preconcebidas de 
cómo son. ¿Alguien tiene algún ejemplo?
Me hundo incluso un poco más en la silla. Definitivamente, no voy a morder el anzuelo con este tema. Serena 
levanta la mano, y también lo hacen un par más de compañeros.
—No puede tocarles la luz del sol —dice Serena.
—Te puedes librar de ellos con ajo y agua bendita —dice 
Bethany Madison, que es una pelotillera total.16
—¡O con estacas! —Eso lo dice Tim, quien aún está repartiendo las hojas.
—Bien, bien —dice la señorita Tweeter—. Todos son conceptos comunes, pero de alguna forma son erróneos. Os 
sorprenderá descubrir que el Conde Drácula  puede salir 
de día y que su muerte no está causada por una estaca que 
le atraviesa el corazón. —Me incorporo un poco, pero no lo 
suficiente como para hacer que la señorita Tweeter repare 
en mí. Sé de buena tinta que los vampiros pueden salir de 
día, pero no era consciente de que ese libro hubiera acertado al respecto.
—El impreso que se os está entregando contiene vuestro plan de lectura para las próximas cuatro semanas, así 
como algunos trabajos entre los que podéis escoger. El trabajo que hay que hacer hoy es para todo el mundo. Antes 
de leer el libro, anotad todos los mitos sobre los vampiros 
que conozcáis. Al final, los compararemos para ver cómo 
lo que creéis que sabéis coincide o no con el libro. Y tendréis que escoger un tema principal sobre el que trabajar 
y entregarlo al final de la lección. He incluido algunos extractos y una lista de los personajes para que os sirva de 
ayuda.
Entonces me mira fijamente. Oh venga, le ruego en silencio, no lo hagas pero, por supuesto, sí lo hace.
—¡Y tenemos a la perfecta Mina aquí mismo para todas 
nuestras lecturas! —Todo el mundo se da la vuelta para mirarme. Muchas gracias, señorita Tweeter. Realmente necesitaba que lo recalcara.
Después de clase, me tomo mi tiempo para salir de allí. 
No tengo prisa por llegar a casa y averiguar quién podría 
ser nuestro misterioso visitante. Serena está tan emocionada que no deja de parlotear sobre el tema de Drácula. La 
quiero como a una hermana, pero a veces es un auténtico 
bicho raro.
—Eh, Mina —grita Tim—. ¿Quieres chuparme la sangre?
Mi corazón se detiene por completo. ¿Cómo lo sabe? 17
Entonces me doy cuenta de que solo está siendo él mismo. 
Ahora bien, normalmente le daría lo suyo porque es un 
auténtico idiota, pero precisamente hoy Nathan va pisándole los talones.
Nathan Able. El Nathan que es el culp-Able de que tu 
mundo se centre en él. El Nathan que es absolutamente 
bes-Able. Nathan, el chico más mono de todo el instituto, 
no, de toda la ciudad o quizá de todo el estado de California. Nathan, el chico por el que me siento atraída desde sexto grado. Así que en vez de poner a Tim en su sitio 
como haría normalmente (y se lo merece), me quedo allí 
plantada como una idiota con la boca abierta hasta que 
Serena acude al rescate.
—Mina ni siquiera se convierte en vampiro en el libro 
—dice, orgullosa—. Quizá deberías leer algo este año, Tim. 
—Me arrastra por el pasillo y me saca por la puerta. Hago lo 
que puedo para no mirar en dirección a Nathan, especialmente porque creo que sigo con la boca abierta.
—Gracias —digo.
—No hay de qué. Sé como te sientes con respecto a Nathan. A mí tampoco me importaría mordisquearle el cuello. —Me muestra los dientes en una imitación bastante 
aceptable de una película de vampiros y yo no puedo evitar reírme. Tío, si ella supiera…

1 comentario:

  1. LINK PARA DESCARGAR GRATIS "SER YO ES UN ASCO": http://www.4shared.com/office/vaXRNsgr/ser_yo_es_un_asco.html

    ResponderEliminar